Adrián Ruíz
Ahijado del Diablo. El endeble imperio de papel que construyó Héctor Sánchez Sánchez en el Tribunal Superior de Justicia. Lo derrumbó de un soplido su “padrino” -de boda- Gerónimo Barbosa. De acariciar la gloria del poder -gubernatura, según su sueño guajiro- vive el infierno de ser perseguido -al parece hay orden de aprehensión en su contra-.
Las intrigas, traiciones y monitoreo a Gerónimo Barbosa, no le alcanzaron para negociar al ex presidente del TSJ, su impunidad. Lo que presagia un enfrentamiento legal entre el padrino del Diablo y el ahijado “Tifón”. Los dos con cardex distintivos de enriquecimiento ilícito y corrupción de sobra.
Sabedor de cómo se las gasta Gerónimo para manipular la ley. Héctor Sánchez, asumió precauciones desde la primera señal. Estaba consiente que había caído de la gracia del autoritario gobernador de Zinacatepec.
La persecución en su contra se desató. El traidor padrino, se propuso acabarlo y en esas anda. Héctor, lo vio venir y puso tierra de por medio a partir del día de su renuncia como presidente del TSJ.
Después del vergonzoso episodio, no volvió a pisar ninguna instalación del Poder Judicial. Ni siquiera se asomó a las oficinas de su magistratura. El golpe anímico, dominó a Héctor. Se refugió en sus enfermedades -vicios-.
Fueron días complicados para quien en alguna ocasión presumió en corto: “si en estos momentos Gerónimo falleciera. Al otro día, estaría tomando posesión como gobernador. No hay más”. Sobra decir que Héctor, apelaba -como muchos- a qué el mal que padece -mortal- lo venciera en cualquier momento.
En días de gloria fue más lejos: “cuándo se había visto que el Fiscal General del Estado y el secretario de Seguridad Pública, vinieran a las instalaciones de Ciudad Judicial a pactar conmigo”.
“Y que en las reuniones de seguridad la voz cantante la lleve su servidor. Los acuerdos y lineamientos los dicta Héctor Sánchez. Alguien lo duda”.
Qué tiempos señor Don Simón. Los mortales no merecíamos la mínima atención del “todo poderoso”. No había día en que el ahijado del Diablo, no fuera placeado o elogiado por el HIPOCRITA padrino.
Y no podía ser de otra manera Héctor liberaba sin protestar las órdenes de aprehensión, exigidas por Gerónimo. Nada importó. Ni siquiera traicionar a “amigos” que lo sacaron de ser un “abogadillo” del montón para encumbrarlo a la esfera del poder.
Derrotado y sin opción, hace meses tenía lista su renuncia a la magistratura. El Congreso del Estado la recibió con anticipación. Sólo esperaron el tiempo prudente para hacer el anuncio público.
La falta para dejar la magistratura, tiene que ser definitiva, para ser sustituido por un magistrado nuevo. Y la única opción viable es por supuesta enfermedad –aunque padece de vicios. Ningún mal como el de Gerónimo-.
Héctor al mismo tiempo de agradecer a su padrino el falso apoyo. Le manda un mensaje claro. Basado en las corruptelas que le conoce a Gerónimo: enfrentará los procedimientos judiciales en su contra, para que al tiempo salga la verdad.
Nada reparará todo el daño que hicieron Héctor y Gerónimo a mucha gente. Hoy el destino enfrenta a dos individuos marcados con el mismo símbolo: el de la traición. Están cortados por la misma tijera.
El perseguidor Héctor Sánchez. Paso a ser perseguido. No falta mucho tiempo para que Gerónimo se encuentre en la misma situación. Han sido muchas sus fechorías para salir ileso.
¿Sabe dónde se refugia -esconde- Héctor Sánchez? No es en el piso 14 de su lujoso pen house en la torre a un costado del CRIT en Angelopólis. Se trata de su rancho en Querétaro, adquirido con que recursos creé. Si acertó.
¡De perseguidores a perseguidos!
Reporte del Informante
Un personaje que como las avestruces ante el peligro esconden la cabeza y que está embarrado hasta el tuétano de la suciedad de corrupción en el TSJ, es: Javier Hernández Muñoz, mejor conocido como “El Presidentito”, ex secretario particular de Héctor Sánchez. Fue contagiado de soberbia por su ex jefe.
El “Presidentito” es pieza clave para llegar al fondo sobre todos los movimientos que Héctor concretó en el poder judicial. Cobijado por Héctor, se sentía amo y señor del TSJ. Por eso lo bautizaron con ese mote. Tenía carta abierta en todo lo relacionado con los bisnes del ex magistrado.
Nadie veía al ex presidente del TSJ, sin antes pasar el filtro de Javier Hernández los negocios primero pasaban por sus manos. Se despachaba a placer en el Tribunal. Parte de los botines acabaron en sus bolsillos.
No es necesario apretarlo demasiado para hacerlo hablar. Tiene tanto miedo que no sale para nada de su domicilio.
¡”Presidentito” en desgracia!
ruizdur@hotmail.com
Imperio de papel
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