Adrián Ruíz
Desastre general. No hay peor ciego que el que no quiere ver. El gobernador Gerónimo Barbosa es de los pocos en Puebla que se niega a aceptar el hundimiento del estado. Nunca antes se había vivido la peligrosidad que impera en la actualidad. Dónde quedó el lugar pacífico en el se podía disfrutar de paz y tranquilidad las 24 horas del día y sobre todo en cualquier parte.
A pesar que el estado poblano se cae a pedazos. Gerónimo y sus porristas desestiman el sitio que padece Puebla. No transcurre un día sin que aparezcan muertos. Los cadáveres son regados cómo las plantas de un jardín.
La reciente Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana presentada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía -INEGI- colocó a Puebla como la número 7 más insegura del país -son 32 estados en total-. Con el mayor cinismo que es capaz alguien que evade su responsabilidad como pésimo gobernante se atrevió a decir que: los y las poblanos no viven lo que otras ciudades -inseguridad-.
De ese tamaño es la irresponsabilidad de quién se niega a ver la ingobernabilidad que se apoderó de los 217 municipios. Aún con las cifras y pruebas el cinismo de Gerónimo le impulsaron a desestimar las estadísticas. Y fue más lejos todavía al vociferar que no acepta que la capital poblana sea más insegura que muchas otras ciudades del país.
En el colmo de la desfachatez críticó la estadística del INEGI y se atrevió a decir que no haya tenido cuidado en analizar lo que ocurre en otros lugares. Lo que el “ciego” Gerónimo quiere es que le expliquen con manzanas lo que es estar colocado entre los lugares más peligrosos de México -7 manzanas para que entienda-.
Cuánta ceguera se necesita para asegurar: «Puebla es una ciudad que tiene un nivel suficiente para que la gente haga actividades sociales, familiares, económicas y religiosas». Gerónimo olvidó que no a todos los y las poblanos, nos cuidan las espaldas el batallón de policías y “guaruras” que lo custodian a él.
Los simples mortales salimos a las calles con la bendición familiar cuya protección es vulnerable ante las armas de la delincuencia organizada. Para Gerónimo los hechos violentos son en su mayoría, asuntos de ajuste de cuentas entre personas que tomaron el camino equivocado.
La afirmación que el Gobierno del Estado no está vinculado con la delincuencia es dudosa por dónde se le vea -para quienes si vemos-. Sin profundizar tanto y sin ser los grandes detectives, basta rascarle “tantito” a las actividades de su primo el director general de gobierno -en la práctica secretario de gobernación- Julio Huerta Barbosa -sobre todo en Tehuacán ¿verdad?-.
Con sólo ese ejemplo se viene a tierra lo de: «no solapamos ninguna desviación de nuestras policías» -¿Y nuestros funcionarios tampoco?-.
El gobernador puede cuestionar, argumentar y pretextar las cifras y lugares en los que está colocada Puebla. Incluso su calificación como el número 31 de los peores gobernadores del país. Lo que no puede borrar son los hechos. Y los hechos son indiscutibles. Puebla es la séptima ciudad más peligrosa. Y Gerónimo es el penúltimo gobernador desaprobado. Así o más claro. Callado se exhibiría menos.
¡Ni como ayudarlo!
Reporte del Informante
Visible desesperación. Sin recato ni simulación, el gobierno del estado delata la crisis por la que atraviesa. Gerónimo Barbosa a través de su vocera Verónica Vélez, intensificaron las actividades de “ley mordaza” en casi todas las redacciones de los medios de comunicación a modo -comprados pues-.
La preocupación por notas intrascendentes que dañan su imagen -¿Más?- según sus “asesores”, Verónica y principalmente él, obliga a su vocera a llamar a altas horas de la noche a los dueños de portales básicamente para que las bajen de inmediato. Por la magia de los convenios la información desaparece más rápido de lo que se publicó.
Tan quisquillosos están en el gobierno con la publicación de información que si no aparece como lo ordena Gerónimo, la vocera Vélez Macuil amenaza con no pagar el mes. A algunos propietarios y directores de páginas les mostraron su inconformidad con el “castigo” de no invitarlos al gran evento del año: “la gorra” de comer chiles en nogada.
Que envidia comentaron algunos amigos a La Entrega. Acudir por compromiso y soportar la soberbia y desagradable presencia de ya sabes quién. Y aguantar las muestras de servilismo de algunos compañeros -también sabes quienes- por unos chiles en nogada que supieron amargos no tiene mother.
¡Indigestión programada!
ruizdur@hotmail.com
La Puebla peligrosa
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