Adrián Ruíz
Sombrío panorama. La descomposición de la seguridad en Puebla -y el país-, arrastra sexenios de corrupción. Nada ni nadie, devolverá la tranquilidad y paz a poblanas y poblanos en el futuro inmediato. Se necesita voluntad y colaboración de todos los sectores de la sociedad. Pero sobre todo inversión de tiempo -años- y tampoco se solucionaría por completo.
Ni la salida inminente de Fernando Rosales Solís, de la Secretaría de Seguridad Ciudadana. Ni la llegada del vicealmirante Francisco Sánchez a Seguridad del estado. Ni algún súper héroe de los creados para comics y películas, serían capaces de arreglar el desaguisado que se cocinó a fuego lento por años en Puebla.
Es de tal magnitud la inseguridad en todo el estado. Que ni los que la permitieron y fomentaron están a salvo. La gigantesca ola alcanzó hace tiempo a quienes se supone combaten la delincuencia: los policías.
Todas las corporaciones están infiltradas y coludidas. Sin importar si son municipales, estatales, ministeriales -antes judiciales-, auxiliares. La gran mayoría tienen nexos con el crimen.
El futuro de Fernando Rosales en la corporación municipal, estaba destinado al fracaso -La Entrega lo apuntó oportunamente-. Desde las primeras semanas al frente de la secretaría, se percató de la dimensión del problema.
Al mismo tiempo se dio cuenta que estaba maniatado de manos. Nada podía hacer. La ejecución de los dos policías, fue el inconveniente perfecto para dar un paso de lado y salir de dónde nunca debió haber llegado.
Tarde se dio cuenta que ante la “mafia” uniformada, corría peligro sin ninguna necesidad. La incontrolable corrupción, requiere mucho más que sus títulos universitarios y cargos en la PGR y la Fiscalía General de Puebla. Bastaron unos meses para que comprobará que se había metido en un callejón sin salida.
Fueron muchas las señales que interceptó para saber que estaba en el lugar equivocado. Una de las más fuertes le llegó en enero: dos policías fueron capturados por el delito de robo a casa habitación. Al investigar los hechos, salieron otras “cosas” más fuertes. Los descubrimientos pusieron en jaque al secretario.
La crisis explotó cuando constató que al interior de la corporación policiaca se vive una corrupción incontrolable. Los policías llegan ebrios y a la hora que quieren. Tienen sus propios códigos de comportamiento. Entre ellos se protegen. Cada comandancia tienen repartidas áreas de cobro de piso. Marcan el costo de renta de patrullas -fluctúa entre 2 mil y 3 mil pesos diarios. Depende de la demarcación-.
Contempló y planteó su renuncia para dedicarse a su notaría en Cholula. No se la aceptaron. Después de todo fue el primer funcionario revelado por el presidente municipal Pepe Chedraui -septiembre-. Y hasta Omar García Harfuch, aprobó el nombramiento.
La conclusión de Rosales Solís: “sólo cambiando a todo el personal se darían resultados”. Para el aún secretario de Seguridad Ciudadano, salir de la secretaría, será ganar.
¡Perdiendo gana!
Reporte del Informante
Suda frío. La servidora pública que desearía que la llegada de la primavera se retrasara lo más posible es a Ana Laura Altamirano Pérez -secretaria de Desarrollo Rural. Y es que tres días después -24 de marzo- se cumplirán los primeros 100 días de gobierno de Alejandro Armenta. Y como el mandatario aseguró habrá cambios y enroques.
Aunque tampoco serán masivos ni de primer nivel. Pero una de las cartas más viables es Ana Laura Altamirano Pérez. Han pasado casi tres meses y no ha podido solventar los más de 300 millones de pesos por turbios manejos en la administración del muerto.
La secretaria de Desarrollo Social, ha montado un búnker inexpugnable en las instalaciones. Trabaja horas extras para encontrar la solución al problema que enfrenta. La desconfianza al personal de reciente ingreso, es tal que no permite el ingreso a su oficina de nadie.
Bloquea la labor de la subsecretaria Patricia Ortiz y los directores. Situación por lo que las actividades en Desarrollo Rural, se encuentran paralizadas. La prioridad para la secretaria es: salvar el pellejo. En caso contrario, además de salir por la puerta de atrás, podrían fincarle responsabilidad jurídica.
¡Barbas a remojar!
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