Adrián Ruíz
Estirpe negativa. Pasan los sexenios y la influencia de los Morales Flores, sigue predominando en la política poblana. Nada cambia. Lo mismo da que llegue el PRI, PAN o MORENA, a la primera magistratura. La infiltración de Melquiades Morales -principalmente-, es inminente.
Los años transcurren el deterioro físico del patriarca Melquiades, lo cobra factura cada día más. Pero no es impedimento para mantener poder local y nacional. Eso le permite mover y colocar piezas en los gobiernos en turno.
Melquiades Morales, como todos los políticos de su especie, privilegia a su familia -hijos, sobrinos y hermanos-. Sin importar los oscuros pasados que han sembrado en gobiernos anteriores.
Su hijo Fernando Morales, sin posibilidades competirá por la gubernatura por Movimiento Ciudadano. El presupuesto destinado para su campaña, representa millones para su bolsillo. Su sobrino Jesús, empezó a tejer su telaraña para apoderarse de la Secretaría de Seguridad Pública. Atrás de los dos nefastos personajes, está el exgobernador Melquiades.
Cómo gobernador su hermano Jesús, su hijo Fernando y su sobrino Jesús, hicieron y deshicieron con recursos de lugares como la policía auxiliar -caja chica de todos los gobiernos-, comunicación social, dirección de tránsito, dependencias sin control de fiscalización, por el efectivo que manejan.
La policía auxiliar sin la etiqueta de una secretaría o la gran dirección. Es una de las que mayores recursos maneja. Es un cheque en blanco al portador. Los millones de pesos quincenales, desfilan ininterrumpidamente por las manos de los afortunados directores.
El coto de poder lo patentó desde el sexenio de su tío, Chucho Morales. La perpetuidad de la “franquicia”, la sigue teniendo a la fecha.
El botón inequívoco de muestra es: Alejandro Ulloa, actual director de la policía auxiliar, impuesto por Chucho Morales. El funcionario conocido como “El Muñeco”, tiene antecedentes de corrupción desde que ingresó a la corporación gracias al extinto Capitán Jorge Morgado, quien lo reclutó para jugar en el equipo de fútbol que formó para divertir al entonces gobernador Mario Plutarco Marín Torres.
Junto con una pandilla del barrio de Xonaca, Alejandro Ulloa, ingresó a la corporación. A uno de los cuales mataron, le decían el diablo, ya se podrán imaginar a la clase de individuos que pertenecía – pero esa es otra historia-. La mayoría sin la mínima educación.
Alejandro Ulloa, producto de la corrupción como policía auxiliar, agente de tránsito y ahora como director, puso una antro a un costado del Periférico, entre la 2 sur y 16 de septiembre. En el lugar organiza “pachangas” con comida, bebida, mujeres y sustancias tóxicas.
A las fiestas obliga a asistir a todos los elementos de la corporación policiaca auxiliar. Con el cover de 750 pesos por cabeza. Aparte el consumo. Argumenta que es para recolectar fondos para la campaña de Alejandro Armenta Mier.
Y va más allá intoxicado por el consumo de sus propios productos dice: si Alejandro Armenta gana. Mi jefe Chucho Morales, será el Secretario de Seguridad Pública. Y su servidor será director de la Policía Estatal.
Jesús Morales y Alejandro Ulloa, transitan entre la ley y la delincuencia. Los dos tienen historias dignas de peligrosos delincuentes. Entre otras homicidio -de un policía- y enfrentamientos con policías federales -pero esas son otras historias-.
Reporte del Informante
Fechas tentativas. El gobernador Sergio Salomón, podría hoy o mañana viernes, anunciar los movimientos y ajustes en su gabinete. El cierre de la administración de dos años, será complicado. Habrá dos meses de veda -abril y mayo por el inicio de los comicios electorales-.
En realidad no habrá muchos cambios. Poco a poco el gobernador, colocó a su gente en las secretarías más importantes. Lo mismo en subsecretarías y direcciones. Todos los flancos los tiene controlados.
El dilema para el gobernador, será darle cabida al “apestado” diputado Jorge Estefan Chidiac. Luego de quedarse como el erro de las dos tortas -sin senaduría, ni diputación federal-, se cobrará el favor a Sergio Salomón, para acabar en el rincón de la Secretaría de Educación.
¡Qué denigrante!.
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