Teotihuacan fue la ciudad hegemónica de Mesoamérica durante siglos. Sin embargo, tras su caída, otras ciudades comenzaron a expandirse y a desarrollarse. Una de estas urbes emergentes fue Cantona.
Como parte del Programa Paseos del INAH, fue realizado el recorrido para descubrir la historia y los vestigios de Cantona, ubicado entre los municipios de Tepeyahualco y Coyoaco, de la mano de la arqueóloga Katina Vackimes, quien ha participado en exploraciones arqueológicas en este sitio.
La historia de Cantona se remonta a finales del periodo Preclásico, cuando comenzó como un asentamiento que aprovechaba un malpaís para su construcción. Su posición estratégica le permitió controlar la ruta comercial hacia la costa del Golfo, lo que impulsó su economía y fomentó su desarrollo.
Cantona fue uno de los centros urbanos más grandes de los que se tiene evidencia, con una población estimada de cerca de 80,000 habitantes en su apogeo.
Hoy en día, la zona arqueológica abarca una extensión de 14 km², comparable en tamaño a otras grandes urbes mesoamericanas como Teotihuacan o Monte Albán. Se conservan cientos de patios, que se cree formaban parte de unidades habitacionales, así como una intrincada red de calles y vialidades que facilitan el tránsito a través de la ciudad.
Una de las características más destacadas de Cantona es la gran cantidad de juegos de pelota que se han encontrado en el sitio. Hasta la fecha, se han registrado más de 25 canchas, muchas de ellas rodeadas de basamentos y otras estructuras con las cuales se alinean.
