Débil sanción. Qué Saúl Huerta Corona, sea castigado con el retiro de la candidatura para la reelección a diputado federal. Luce como una medida débil para la dimensión del delito en contra de un menor de edad. Si la 4T quiere limpiar un poco la imagen arrastrada por las desviaciones del diputado. El castigo deberá ser ejemplar.
La cárcel es lo mínimo que merece Huerta Corona. A sus 63 años de edad debería ser ejemplo como legislador. De esa manera otros «enfermos» sexuales pensarán dos veces antes de cometer delitos.
Si bien no está fuera de la ley la homosexualidad. Existen formas de que tengan relaciones. La desviación y delito radica en querer hacerlo con menores de edad.
Sin embargo, tan culpable es Saúl Huerta. Como la familia del menor. Aunque la ley no contempla sanciones para los padres. Deberían ser castigados.
Sin justificar la acción delictiva del diputado. ¿Cómo porqué? permitió la madre -es la única que se menciona-, que se lo llevará de Puebla a la ciudad de México.
El burdo argumento que trabajaba con él. Es tan falso como la defensa que hace el diputado de su proceder.
A los 15 años ningún menor está facultado legalmente para laborar. La ingenuidad que ahora pretende asumir la madre es ridícula.
Por supuesto que dio el consentimiento para que el adolescente, acompañara al depravado diputado. Ninguna progenitora en su sano juicio permitiría que a su menor hijo se lo lleve un vejete de 63 años.
Tan culpable es Saúl Huerta como la madre del joven. Deliberadamente lo expuso al peligro de pasar a formar parte de la vergonzosa lista de menores violados. La que desgraciadamente aumenta cada día por enfermos sexuales como Saúl Huerta.
Ninguna de las dos partes responsables de atentar contra el menor, recibirán el justo castigo que merecen. Al diputado, el coordinador de Morena en la Cámara, Ignacio Mier, se niega a promover el desafuero para ser juzgado como un civil más. Es la manera de protegerlo contra la acción de la justicia.
Y a la madre tampoco se le puede fincar responsabilidad jurídica. En resumen como Poncio Pilato, todos se lavan las manos. El único perjudicado como sucede siempre es la víctima.
Reporte del Informante
Sentencia no escrita. Cuándo el presidente Andrés Manuel López Obrador, mencionó a su gente que: “todos los que se la jugaron conmigo», repetirían en sus cargos, incluidos diputados federales y presidentes municipales de las capitales de los estados, sentenció las candidaturas.
Una mujer a la que en cada visita a Puebla, subía a su camioneta privada fue Claudia Rivera. La edil con licencia junto con su esposa Beatriz Gutiérrez Müller, siempre fueron las dos únicas acompañantes.
La señal siempre favoreció a Claudia, quien goza de la cercanía de quien manda en el país. Ahora lo importante es ganar por segunda vez a Eduardo Rivera Pérez, la presidencia municipal. Y así corresponder a la confianza de AMLO.
De esa manera se confirma el cierre al arribismo.
¡fuerte compromiso!
Licenciado en periodismo
ruizdur@hotmail.com